Tanto una mayor eficiencia energética como una transición hacia el uso de fuentes de energías limpias renovables — por ejemplo, la energía eólica o la energía solar — pueden reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger la salud pública de las innumerables consecuencias del cambio climático, entre ellas, la mayor incidencia de enfermedades relacionadas con el calor, la expansión de enfermedades transmitidas por vectores, la acentuación de las sequías y de la escasez de agua en algunas regiones, y las tormentas e inundaciones en otras.
El abandono de los combustibles fósiles también trae aparejado un cobeneficio o beneficio colateral en la salud y en la economía que consiste en una menor cantidad de internaciones y tratamientos por enfermedades crónicas, como el asma y las afecciones pulmonares y cardíacas causadas por la contaminación que producen la extracción, refi nación y combustión de carbón, gas y petróleo.
Tanto en el mundo industrializado como en una cantidad creciente de países en desarrollo, el sector de la salud consume enormes cantidades de energía proveniente de combustibles fósiles, si bien, para la mayoría de los países, no se dispone de cifras de consumo precisas. Es necesario medir y comparar con parámetros de referencia, sistemáticamente, el consumo mundial de energía del sector de la salud y las correspondientes emisiones de gases de efecto invernadero.
Greater energy efficiency and transitioning to clean, renewable energy sources, such as solar and wind, can both significantly reduce greenhouse gas emissions and protect public health from the myriad impacts of climate change, including increased heat-related illnesses, the expansion of vector borne diseases, increased droughts and water scarcity in some regions and storms and flooding in others.
Moving away from fossil fuels also brings with it the health and economic co-benefit of reductions in hospital admissions and treatments for chronic illnesses such as asthma, lung and heart disease caused by the pollution created from the extraction, refining and combustion of coal, oil and gas.
The health sector consumes significant amounts of fossil fuel energy, although there are no adequate figures for most countries. Health-care facilities can also significantly cut greenhouse gas emissions and energy costs over time by using alternative forms of clean and renewable energy – such as solar and wind energy, and biofuels that do not undermine public health.