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Propósito de la Agenda

  • Reducir el consumo de agua de los hospitales y suministrar agua potable.
  • Implementar una serie de medidas de conservación, reciclado y tratamiento que reduzcan el consumo de agua de los hospitales y la contaminación por aguas residuales. Establecer la relación entre la disponibilidad de agua potable y la resiliencia de los servicios de salud para soportar perturbaciones físicas, naturales, económicas y sociales. Promover la salud ambiental pública suministrando agua potable a la comunidad.

El problema global

En muchas partes del mundo, el agua potable es un recurso escaso que presenta un significativo desafío para la salud ambiental a escala mundial. Más de mil millones de personas no tienen acceso a un suministro de agua potable “mejorado”, al tiempo que muchas más beben agua que está seriamente contaminada.

Cada año se producen cuatro mil millones de casos de diarrea, de los cuales el 88% es atribuible a agua no apta para su consumo y a malas condiciones sanitarias y de higiene. Casi dos millones de personas mueren cada año de enfermedades diarreicas; la vasta mayoría son niños de menos de cinco años. La OMS estima que “el 94% de los casos de diarrea son prevenibles a través de intervenciones destinadas a incrementar la disponibilidad de agua limpia y mejorar las condiciones sanitarias y de higiene” . El cambio climático, que trae consigo las sequías, el derretimiento de los glaciares y el agotamiento de los acuíferos, exacerbará estos problemas y agravará, al mismo tiempo, la escasez general de agua.

Soluciones hospitalarias

En los países en desarrollo, la prestación de servicios de salud, en gran medida, se produce en contextos donde las instalaciones municipales de tratamiento o suministro de agua son inadecuadas o no existen. Esta falta de agua y de infraestructura sanitaria es uno de los principales problemas que afectan directamente a los hospitales y a los sistemas de salud, ya sea porque los sobrecargan con una mayor incidencia de enfermedades en la población, o porque les impiden contar con servicios básicos de suministro de agua, cloacas y disposición de residuos para cumplir con su misión, o por ambas razones.

Idealmente, las aguas residuales de un hospital deben ser tratadas por un sistema municipal diseñado para proteger la salud pública a escala más amplia. Sin embargo, ello no siempre es posible, por ejemplo, en áreas rurales, en lugares donde no existe ningún servicio o en ciudades donde la municipalidad requiere que el tratamiento se haga in situ. Para estas situaciones, existe una gama de tecnologías económicamente accesibles para el tratamiento de aguas residuales. Las aguas servidas, por ejemplo, pueden tratarse en un sistema de biodigestión que genera gas metano, el que luego puede utilizarse como combustible dentro del establecimiento. Esta sencilla tecnología puede resultar apropiada para establecimientos sanitarios pequeños y medianos de los países en desarrollo.

El resultado, si estos sistemas funcionan y están bien mantenidos, es una prestación de servicios de salud con mayor capacidad de respuesta y hospitales con la posibilidad de brindar a sus comunidades servicios de salud y agua potable . Al proveer de agua potable a la comunidad circundante, los hospitales pueden generar un importante beneficio para la salud pública, tanto previniendo enfermedades como reduciendo el consumo de los recursos médicos y naturales necesarios para su tratamiento.

Cuando existe amplia disponibilidad de agua, los hospitales suelen ser voraces consumidores en varias facetas de sus operaciones. En los Estados Unidos, por ejemplo, hasta el 70% del consumo hospitalario de agua se destina a procesos que van desde los relacionados con equipos mecánicos hasta el transporte de aguas servidas; aproximadamente el 30% se utiliza para beber, preparar alimentos, bañarse y lavarse las manos . En general, existen pocos parámetros de referencia globales confiables en cuanto al consumo de agua del sector de la salud.

En general, los establecimientos de salud pueden conservar los recursos hídricos midiendo cuidadosamente el uso del agua, instalando artefactos y tecnologías que la utilicen de manera eficiente, cultivando plantas resistentes a las sequías y procurando la pronta reparación de las pérdidas.

A fin de tener un efecto mayor en el consumo total, hay hospitales de una serie de países que recogen agua de lluvia. Otros reciclan el agua para su uso en distintos procesos. En Australia, por ejemplo, los hospitales están comenzando a implementar sistemas de tratamiento de aguas negras in situ para reciclar aguas servidas.

En las áreas donde hay agua potable de buena calidad, los establecimientos de salud pueden tener un tremendo impacto ambiental positivo eliminando la compra y venta de agua embotellada. Según cálculos recientes del Pacific Institute, con sede en California, la energía requerida para producir agua embotellada en los Estados Unidos en 2007 llegó a ser 2000 veces mayor que la necesaria para producir agua corriente; en términos energéticos, fue el equivalente de entre 32 y 54 millones de barriles de petróleo. Los autores del informe estiman que la cantidad de energía necesaria para satisfacer la demanda global de agua embotellada fue tres veces mayor.

Acciones concretas:

  • Establecer un marco que aspire a un «consumo neto de agua igual a cero» dentro de un sistema hospitalario.
    Implementar estrategias de conservación de agua instalando grifos e inodoros eficientes, haciendo controles de rutina de la instalación y las cañerías para prevenir pérdidas, eliminar el agua de refrigeración y de sellado en las bombas de vacío y en los compresores de aire de uso médico y modernizar los sistemas de refrigeración.
  • Pasar de los equipos radiológicos basados en película, que consumen grandes cantidades de agua, a sistemas de imágenes digitales, que no utilizan agua ni sustancias químicas radiológicas contaminantes.
  • Optar por plantas resistentes a las sequías en los jardines para minimizar el consumo de agua.
  • Considerar la posibilidad de recoger agua de lluvia o reciclar el agua para su uso en distintos procesos.
  • Eliminar el agua embotellada en todo el establecimiento si se cuenta con agua potable de buena calidad.
  • Analizar periódicamente la calidad del agua.
  • Si el establecimiento de salud tiene acceso al agua potable pero la comunidad no puede obtenerla fácilmente, desarrollar programas que suministren agua potable a la comunidad como un servicio de salud pública.
  • Implementar tecnologías de tratamiento de aguas residuales in situ cuando no exista un servicio municipal.
  • Desarrollar proyectos conjuntos con la comunidad para mejorar y proteger el suministro de agua; apoyar iniciativas tendientes a que los sistemas públicos mejoren la calidad del agua, así como los sistemas de suministro y de tratamiento de aguas residuales para toda la población.